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lunes, 27 de febrero de 2012

Un trago de realidad

Cuatro goles, un mazazo. Tremendo y cruel, Sportivo se terminó encontrando con la realidad que hoy gobierna su presente porque River es River y por algo manda en la B Nacional. Fue un trago amargo, una dosis de realidad que Sportivo Desamparados debió afrontar con dignidad. Perdió bien. Insinuó un planteo ordenado pero muy cauteloso en los primeros 20 minutos de partido, hasta que llegó el primer gol de River (obra de Ponzio) y todo se le vino abajo. No tuvo ya la misma respuesta individual y colectiva para llegar al empate y cuando quiso reaccionar, otra vez River lo liquidó. Desamparados quedó en deuda consigo mismo porque nunca pudo acomodarse para la pelea golpe por golpe, algo que lo distingue y lo caracteriza. River, lleno de individualidades que marcan diferencias, hizo eso: marcar la diferencia.

En el comienzo del partido, Sportivo mostró mucha concentración, gran entrega y una actitud destacable para pelearle a River en cada sector del campo de juego. Es más, lo maniató e incluso le llegó porque a los 11’ Parisi probó a Vega con un remate de izquierda que resolvió muy bien el arquero contra el palo derecho. Le costó en ese tramo a River. No tenía profundidad, no lastimaba y recién a los 17’ llegó con un remate de Cirigliano que se fue por arriba del travesaño. Pero a los 20’, el puntero empezó a encontrar la llave de la victoria cuando Leonardo Ponzio probó desde 35 metros y con un pique extraño de la pelota, venció a Giordano para peor ese sorpresivo 1-0 parcial. Sintió el golpe Desamparados. Se desacomodó, ya no presionó igual y por varios minutos no pudo llevar a River contra su arco. Recién en el tramo final del primer tiempo pudo llegar con cierto peligro. No demasiado pero abría la esperanza para el complemento. Pero esa ilusión duró apenas 4 minutos porque bastó que Gabriel Funes Mori se asociara con Cavenaghi para que River sentenciara la historia. Armaron una contra tremenda, la resolvió Funes Mori y ahí se terminó el partido. Sportivo, sin ideas pero con mucho amor propio, quiso. Pero claro con eso no alcanza. A los 24’ llegó el tercer gol del líder de la B Nacional y el resto de partido fue solamente decorado porque Desamparados alcanzó a descontar con un golazo de Anívole pero River le puso el telón a la noche del reencuentro con la punta con un gol de David Trezeguet.

Pasó River y para Desamparados fue una dosis cruel, concreta y visible de las diferencias que hay entre uno y otro equipo. Era posible, pero terminó siendo imposible.

“El árbitro es un soberbio”
Fiel a su estilo, Ricardo Dillon vivió el partido a su manera. Estuvo todo el juego parado, siempre dando indicaciones. Al finalizar el encuentro enfrentó a los periodistas y analizó la derrota de Desamparados. “Fue una indiscutible victoria de River, lo ganó porque jugó muy bien en el segundo tiempo y ahí fue donde se notó la jerarquía. No me deja conforme perder por más que sea River, no le podemos dar ventajas y lamentablemente se la dimos.

Somos conscientes que hicimos las cosas mal pero también hay que remarcar lo bueno que hicimos”, subrayó el DT. Además cargó contra el arbitro Saul Laverni: “Sigo pensando que no nos miden con la misma vara, en el túnel le reclamamos que Ocampos había pegado una patada terrible y el penal fue una mano clara, eso podría haber cambiado todo. Laverni es un soberbio” contó con enojo Dillon. Sobre el gol en el primer tiempo contó: “Fue un error nuestro, no le podemos recriminar nada a Giordano. Ha sacado varias pelotas en otros partidos como en el triunfo frente a Patronato”, cerró.

Sportivo necesita rápido encontrar su identidad
Cuesta asumir las derrotas, porque todas duelen y van minando las resistencias anímicas, que en estos casos son más importantes que las físicas.

Sportivo perdió ayer con el puntero y candidato absoluto a ganar uno de los ascensos.

Perder se puede siempre y más contra un rival cuyo plantel supera holgadamente en cantidad, calidad y presupuesto al digno plantel armado por la dirigencia víbora. Pero empezar perdiendo porque se tropieza con la misma piedra que la semana anterior, es un tema para analizar. Duda en la cobertura defensiva y oportunidad para que Ponzio, con tranquilidad absoluta mida el zapatazo y le pegue de 35 metros

Es verdad que el pique de la pelota sorprendió a Giordano. Pero también es cierto que hasta ese instante Sportivo había mostrado dos caras. Una al inicio con sus líneas bien cerca, apretando arriba e intentando jugar a un toque. En ese lapso la mejor jugada, o la única para decirlo bien, asociada y con peligro había sido del Víbora. La culminó Parisi con una media vuelta que tapó abajo Vega.

En el primer cuarto de hora fue de igual a igual. Después, comenzó a retrasarse, lo dejó a River que maneje la pelota y eso le permitió a los Millonarios probar dos veces, una con Aguirre, a los 15, otra con Cirigliano (17), cuyos remates se fueron altos y desviados. La tercera vez. La tercera fue la vencida. El gol de Ponzio, a los 20 minutos dio inicio de otro partido, en el que este River sin brillo, que extrañó al Chori Domínguez, dominó más con su presencia que con su fútbol a un Sportivo previsible que no encontró respuestas futbolísticas por las bandas en Alvarez y Drocco y quedó supeditado a un juego centralizado, inexpresivo y controlable.

La goleada lástima, hiere. Es exagerada, pero los fundamentos de ella hay que buscarlos adentro y no afuera. Sportivo no encuentra su identidad. Dillon aún no pudo trasmitirle su personalidad. El Flaco siempre fue un jugador rebelde, que no daba por perdida ninguna pelota.
 

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