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lunes, 13 de septiembre de 2010

Una fiesta, con ruidos molestos

La expectativa que había generado el duelo entre Desamparados, el entonces puntero, y Talleres, un candidato natural al ascenso, se vio reflejado en las tribunas. Se dispuso vender 600 localidades para los hinchas del equipo cordobés y la tribuna sur mostró que quedaron muy pocas localidades por venderse. En las otras 3, el verde fue el color dominante.

A las 4 de la tarde, cuando restaba más de media hora para que comenzara el partido, en la popular Este ya se palpitaba clima de fiesta en el serpentario. La música por los parlantes "desaparecía" con los cantos de la gente, que recibió con bombas de estruendo al equipo. Pero esas mismas bombas pusieron una cuota de riesgo al espectáculo. Apenas a los 7 minutos, otro estruendo impactó sobre la línea de la cancha a la altura de línea del centro, que provocó que el lateral de Talleres Marin cayera desplomado al piso y el árbitro suspendiera por 4 minutos el encuentro, que reanudó luego que la policía le diera garantías de seguridad para continuar. Hubo una segunda bomba, que detonó en la popular Norte, que desató una pelea interna entre hinchas de Sportivo que se disolvió rápidamente.

El grueso de los hinchas de Talleres arribaron a los 20 minutos del juego e inmediatamente nació el duelo de cantitos entre ambas parcialidades. Un hincha de Talleres, subido a la tela durante un corner, logró otra demora de 3 minutos que enfrió un partido que no terminaba de calentarse a nivel de juego. Si bien el marcador favoreció a la hinchada cordobesa, que se retiró con algunos cruces ante la policía, no hubo reproche de la hinchada hacia Sportivo. Ellos también sienten que el campeonato recién empieza.

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