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martes, 27 de marzo de 2012

La crueldad del gol

La crueldad de una goleada en contra no admite demasiadas explicaciones, además si enfrente está el puntero y de plus se le agrega que todos los errores que se pueden cometer, se cometen en el mismo partido. Mucho de eso le pasó a un desconcertado Sportivo Desamparados que fue presa demasiado fácil para la voracidad del líder, Instituto de Córdoba, que no le perdonó nada y lo castigó con la crudeza que marca la realidad de uno y otro en las posiciones. Fue 1-4 con paliza incluida para el equipo sanjuanino que regaló todo lo que podía pelear en los primeros 20’ de partido. En ese lapso, hizo todo mal. En defensa, en el medio y en el ataque. En todas las líneas. Fue suicida en todos sus movimientos y el estelar Paulo Dybala no se lo dejó pasar. Al minuto, los volantes de Sportivo dejaron dar vuelta al cerebro de Instituto, Encina, y las consecuencias fueron nefastas. Giró el Sapito, metió el pase entre los dos centrales y Dybala voló para abrir el marcador. Iban 60 segundos y fue el principio del fin. Porque Desamparados se desorientó mal. Se perdió y en ese descontrol volvió a regalar otro gol y a los 7’, Dybala se paseó en el área, esperó, tocó atrás, buscó la devolución y definió ante el estatismo de todos en Sportivo. Era el 2-0 y se moría el partido para Desamparados.

No hubo reacción. No hubo respuestas ni individuales, ni colectivas. Era esperar nada más que Instituto se decidiera a sentenciar su paso por San Juan y a los 25’ Dybala estampó su trilogía goleadora para terminar el partido y poner a La Gloria en la gloria. Lo que quedó de primer tiempo sirvió para desnudar todas las limitaciones de Sportivo Desamparados. Como para marcar bien claramente por qué Instituto pelea el ascenso y Desamparados lucha por la permanencia. Así se vio el partido. Esas fueron las diferencias.

En la segunda parte, Dillon intentó rearmarse en la desgracia. Cambió el modelo, pasó a jugar con enganche y jugó los primeros 15’ del complemento al todo o nada. En ese lapso tuvo dos chances claras de descuento con Parisi como protagonista pero Desamparados no tiene gol y ante Instituto, no fue otra la historia. Y claro, yendo al frente corrió los riesgos lógicos de pararse así ante un equipo afilado y veloz. Y a los 15’ se terminó toda esperanza en Sportivo cuando Encina metió un pelotazo de 45 metros que Rosales vio pasar solamente y lo que vino fue el centro de López Macri para que definiera de cabeza Diego Lagos. Ahí se terminó el partido y también la paciencia de la gente de Desamparados. Hubo un corte de casi 10 minutos con algunos incidentes y muchos reproches. Cuando volvió el juego, Sportivo fue por ir nomás hacia adelante y tuvo premio consuelo en el penal a Fontana que Lamberti cambió por gol. Instituto manda y es por algo. Desamparados sufre y también es por algo. Una lección de realidad, cuajada en la crudeza de una goleada que tendrá su impacto.

Es el momento más duro de Sportivo en la temporada. Un trance caliente que exige la frialdad de las mejores decisiones. Hubo fallas colectivas e individuales. Errores groseros, un vacío temperamental que preocupa y lo peor de todo, una imagen de equipo sin respuestas. Instituto fue cruel. De la mano de los goles de Dybala, puso en carne viva la fragilidad de un Desamparados que no encuentra el paso para sostenerse en la B Nacional. Una postal que tiene a su gente en un momento más que duro.

Lamberti por 100
En la amargura de la goleada, hubo un momento para el reconocimiento y fue para el capitán de Sportivo, Hernán Lamberti quien cumplió 100 partidos con la camiseta puyutana. Lamberti llegó a Desamparados en el ciclo de Jorge Vázquez en el Argentino A y hoy es referente del plantel adentro y afuera de la cancha.

“Todos los errores en el peor partido”
Después de la paliza de Instituto en el Bicentenario, la palabra del técnico Ricardo Dillon era la más esperada por todos. Y el Flaco, lejos de los pretextos y de los condicionantes, asumió la derrota con la autocrítica como principal argumento. “Se nos juntaron todos los errores justo en el partido que no se podían juntar. Contra el puntero, contra un equipo que sabe lo que quiere y no perdona, le dimos demasiadas facilidades. Fuimos un desastre. No jugamos bien y eso hay que reconocerlo ante todo pero también hay que remarcar que no tuvimos una semana tranquila, que se nos lesionaron jugadores claves y que nos equivocamos demasiado”, abrió el técnico de Desamparados.

Luego, buscó explicaciones para los dos primeros goles que sentenciaron todo el partido: “Fue de terror lo que hicimos en los dos primeros goles de Instituto. No hay que focalizar en una línea o en algún jugador en especial, nos equivocamos como equipo porque teníamos planeado que Encina no se diera vuelta y lo dejamos hacer eso. Esos son errores que nos costaron el partido y toda la planificación que hicimos”.

Las lesiones y las ausencias fueron condicionantes para Dillon y las explicó: “En la semana que esperábamos fuera tranquila para trabajarla bien, se complicaron las cosas con las lesiones y sentimos demasiado las ausencias de Ariel Barth y de Diego Calgaro. No pudimos hacer una práctica como queríamos pero a esta altura, eso poco aporta. Pero tuvimos complicaciones y con un plantel corto como el que tenemos, tratamos de hacer lo mejor siempre”.

Viendo el futuro, lo que se viene y las chances de permanencia de Sportivo, Dillon pidió frialdad para todo: “No hay que desesperarse. Perdimos contra el puntero y eso lo tiene que entender la gente. Hay que ser fríos y apuntar al campeonato que realmente estamos jugando nosotros que es contra los equipos que pelean como nosotros por quedarse. Este grupo tiene material para salir adelante y ya lo demostró en Patronato y Atlanta. Hay que tener esperanza”.

Cuando la gente perdió la paciencia
Diego Lagos ya había puesto el sello. El 4-0 parcial y faltando más de media hora para el final era demasiado castigo para el fiel pueblo puyutano, que a pesar de ser lunes y en horario laboral, quiso estar con su equipo. Y claro, el momento de perder la paciencia tenía que llegar. Se insinuó con los silbidos para Rosso y Giordano, cada vez que alguno de los dos tocaba la pelota. Primero fueron tímidos silbidos pero después resonaron en el semivacío Bicentenario (no llegaron a 2.000 los asistentes en general). Llegó el minuto 20 del complemento y ahí estallaron. Con el coro pidiendo a gritos el “que se vayan todos, que no quede uno solo...” los hinchas pasaron a querer invadir el campo de juego. Se subieron al alambrado, lo sacudieron y el árbitro Rapallini decidió parar el juego. Fueron casi 10 minutos de un show nefasto al que le sobraron insultos, corridas y mucha agua. Es que el operativo policial decidió resolver los incidentes con la manguera de incendios que empapó a los enfurecidos hinchas de Desamparados que exigían la salida de todos, incluida la renuncia de Dillon. Fueron momentos en los que las miradas se posaron todas en la cabecera Norte del estadio, sabiendo que en cualquier momento podía estallar para peor el tema. Los hinchas de Instituto, pocos por cierto (no más de 300), miraron atónitos desde la Popular Sur.

Hubo un amague de golpes en las entrañas de la Popular Norte pero luego se fueron calmando y pudo volver la paz. El árbitro Rapallini decidió reiniciar el juego pero los hinchas siguieron con su reclamo. Una mezcla de aliento y reproches para que el equipo mostrara otra actitud. El tema no pasó a más. Quedó en el estallido de su gente. Esa misma que tanto alentó en la campaña para ascender y que ahora no quiere dejar la B Nacional.

Desamparados está agotando todos los créditos de confianza en sus hinchas. La jornada del lunes terminó con paliza futbolística pero sin heridos ni detenidos. Fue el final de la paciencia de la hinchada de Desamparados que paró por 10 minutos el partido.
 







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