Como olvidar el Corralito. Un año 2001 que todos los argentinos recordaremos. Juan Domingo condenó a todo a la Argentina a una gran crisis. Cavallo es un nombre que no es bien recordado en el país. Pero en San Juan diez años más tarde hay un Cavallo que brilla con una luz intensa en ese país llamado Puyuta.
El delantero que debió sufrir hasta el final para saberse en el equipo titular, por aquel caprichoso tema del transfer, lució en el verde césped del Bicentenario con una buena movilidad. La pidió siempre y tuco una muy clara cuando quedó cara a cara con el arquero Blázquez pero definió increíblemente mal. Seguramente por su cabeza se habrán cruzado miles de ideas, sin embargo no claudicó y siguió insistiendo. Este caprichoso delantero siguió empecinado con conseguir su objetivo y tuvo su premio. En una jugada que no tuvo mucha limpieza logró el primer gol del partido. Al final el más importante y el que sirvió para gritar un triunfo soñado.
Mostró agallas, pero también sutilezas. Cuando iban 24 minutos del segundo tiempo recibió la pelota en el costado derecho de la cancha, al lado del banco de suplentes y como para demostrarle al técnico que está para jugar. Armó una jugada de fino pincel. Dos en el camino, con tan solo un toque y un movimiento de cintura. El tercero también quedó desparramado por el suelo con el auto pase que tiró. Esa jugada terminó de convencer a los hinchas. En ese momento entendieron que el apellido Cavallo no es una mala palabra, muy por contrario es bienvenida en el país de los Desamparados, en el cual los que viven allí ya comienzan a soñar con él, con sus goles que no han sido encerrados en un corralito.
El delantero que debió sufrir hasta el final para saberse en el equipo titular, por aquel caprichoso tema del transfer, lució en el verde césped del Bicentenario con una buena movilidad. La pidió siempre y tuco una muy clara cuando quedó cara a cara con el arquero Blázquez pero definió increíblemente mal. Seguramente por su cabeza se habrán cruzado miles de ideas, sin embargo no claudicó y siguió insistiendo. Este caprichoso delantero siguió empecinado con conseguir su objetivo y tuvo su premio. En una jugada que no tuvo mucha limpieza logró el primer gol del partido. Al final el más importante y el que sirvió para gritar un triunfo soñado.
Mostró agallas, pero también sutilezas. Cuando iban 24 minutos del segundo tiempo recibió la pelota en el costado derecho de la cancha, al lado del banco de suplentes y como para demostrarle al técnico que está para jugar. Armó una jugada de fino pincel. Dos en el camino, con tan solo un toque y un movimiento de cintura. El tercero también quedó desparramado por el suelo con el auto pase que tiró. Esa jugada terminó de convencer a los hinchas. En ese momento entendieron que el apellido Cavallo no es una mala palabra, muy por contrario es bienvenida en el país de los Desamparados, en el cual los que viven allí ya comienzan a soñar con él, con sus goles que no han sido encerrados en un corralito.
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